Niña del Sur

Como un gato viejo, adormilado frente a una cerveza, una noche de frío, veía bullir su alma inquieta, la oía hablar como el chisporroteo de una luz que parece que se va apagar y que va a prender fuego a la vez. Bendita tu luz muchacha. En mis labios, épica, o epopeya, Ítaca, qué se yo. Así como soy,como me gusta a mí contar las cosas. Ella es inteligente como para entender que la gata vieja no es un coñazo ni trata de dárselas de interesante,sino que así es como vivió las cosas que están almacenadas para llegar a ser una novela. Ella, ojalá la lea. Ella, ojalá aparezca en un solo párrafo. Niña del Sur hecha aprisa y amorosamente, niña de moratones y de puño levantao y de husky voice, sonrisa infinita de quien tiene todo por hacer, todo por vivir, todas las heridas del mundo por curar, el sol en la cara sucia de maquilaje barato y esa cara que no engaña, que te dice sin decir nada y diciéndolo todo que va a pelearle duro a la vida.

No hubiera querido ser como tú, ni quiero volver a tener 21 años: No. Quiero que tú pintes los colores que yo olvidé demasiado afanada en reconstruir los pedazos de mi corazón. Me pellizcas de pronto cuando casi estaba a punto de caer dormida y olvidar que todo esto merecía la pena. Y con ese beso que le das a él nos devuelves la vida a todos. No es que no sea hermosa,es que lo es más contigo,niña del Sur.

No, no quiero volver a tener 20 años.

Quiero que tú los tengas por mí.

Para Clara

Retornos del amor en las arenas (Rafael Alberti)

Esta mañana, amor, tenemos veinte años.
Van voluntariamente lentas, entrelazándose
nuestras sombras descalzas camino de los huertos
que enfrentan los azules de mar con sus verdores.
Tú todavía eres casi la aparecida,
la llegada una tarde sin luz entre dos luces,
cuando el joven sin rumbo de la ciudad prolonga,
pensativo, a sabiendas el regreso a su casa.
Tú todavía eres aquella que a mi lado
vas buscando el declive secreto de las dunas,
la ladera recóndita de la arena, el oculto
cañaveral que pone
cortinas a los ojos marineros del viento.
Allí estás, allí estoy contra ti, comprobando
la alta temperatura de las odas felices,
el corazón del mar ciegamente ascendido,
muriéndose en pedazos de dulce sal y espumas.
Todo nos mira alegre, después , por las orillas.
Los castillos caídos sus almenas levantan,
las algas nos ofrecen coronas y las velas,
tendido el vuelo, quieren cantar sobre las torres.

Esta mañana, amor, tenemos veinte años.

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